La vitamina D3 desempeña un papel multifacético en la salud materno-fetal durante el embarazo. Además de su función en la homeostasis del calcio y el fósforo, se ha observado que la vitamina D3 tiene efectos inmunomoduladores y antiinflamatorios. Investigaciones recientes han destacado su relevancia en la prevención de complicaciones obstétricas como preeclampsia y diabetes gestacional. Muchos estudios han demostrado que el tener valores óptimos de vitamina D3 en sangre (30-40 ng/mL) previene la infertilidad.
En relación con el feto, la vitamina D3 desempeña un papel en la formación y mineralización ósea, lo que es esencial para el desarrollo esquelético adecuado. Además, estudios sugieren una asociación entre la deficiencia de vitamina D3 en la madre y un mayor riesgo de retraso en el crecimiento intrauterino y bajo peso al nacer. Publicaciones recientes asocian la conexión entre autismo y deficiencia de vitamina D3 en el embarazo sin embargo, aún se continua haciendo investigaciones. En los recién nacidos se ha demostrado que disminuye la incidencia de broquiliolitis y asma.
Cabe recalcar que la vitamina D3 se debe consumir con K2 para mejorar su metabismo, así mismo se recomienda el consumo de vitamina D3 con alimentos ricos en grasa para mejorar sus absorción.
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